Maloclusiones: Malos hábitos y prevención

Maloclusiones

Maloclusiones

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), las maloclusiones ocupan el tercer lugar de prevalencia dentro de las patologías en Salud bucodental, después de la caries dental y de la enfermedad periodontal.

Los hábitos bucales tienen un efecto negativo sobre las estructuras faciales en desarrollo y la dentición del niño y son la causa directa e indirecta de maloclusiones y deformaciones dentomaxilofaciales.

 

Estos hábitos bucales pueden originar problemas ortopédicos y ortodóncicos al interferir en el normal desarrollo de los procesos alveolares, provocando:

  • Mordidas abiertas anteriores y/o laterales; y mordidas cruzadas.
  • Protrusiones dentarias y dentoalveolares.
  • Vestíbulo o linguoversiones de los incisivos.
  • Inhibición en la erupción de uno o varios dientes.

 

Entre los hábitos orales que pueden producir maloclusiones se encuentran:

  • Hábitos de succión de dedos, chupete o biberón: el hábito mantenido puede dar lugar a maloclusión, caracterizada por incisivos superiores abiertos y espaciados, retroinclinación de incisivos inferiores, mordida abierta anterior, hundimiento palatino y contracción del maxilar superior. Su gravedad dependerá de la edad de abandono del hábito y el tipo de tetina. Los hábitos de succión, incluso de corta duración, tienen una relación directa sobre el desarrollo de una maloclusión.
  • Interposición lingual y deglución atípica: la persistencia de una deglución infantil más allá de la época de alimentación con el biberón ya no es normal. El cambio al patrón de deglución adulta se va estableciendo gradualmente debido a la aparición de la dentición. La mayoría de los pacientes completa la transición al patrón de deglución adulto entre los 2 y 12 años. El patrón de deglución infantil puede prolongarse en niños con hábitos digitales, trastornos de las vías respiratorias, déficits neuromotores… estos tienen un mayor riesgo de que persista el patrón de empuje lingual, pudiendo provocar mordida abierta anterior y mordida cruzada posterior.
  • Respiración oral: un patrón respiratorio alterado puede modificar la postura de la cabeza, maxilares y lengua, alterando el equilibrio de las presiones que actúan sobre los maxilares y dientes e influir en su crecimiento y posición.
  • Otros hábitos como interposición labial, hábitos posturales, onicofagia, morder lápices y bolígrafos o mordisquear la cara interna de las mejillas pueden también originar maloclusiones.

 

El grado de las alteraciones producida dependerá de la duración, intensidad y frecuencia del hábito, así como también de las características biotipológicas del paciente.

Debido a la frecuencia con la que se presentan estos hábitos en los niños con dentición primaria y teniendo en cuenta las maloclusiones que pueden causar, es importante su control en los primeros años de vida para interceptarlos a tiempo y devolverle al niño su desarrollo armónico funcional. Valorando para ello la necesidad de un tratamiento precoz interceptivo. En condiciones óptimas, los hábitos deben eliminarse en el segundo año de vida o antes, y si persisten más allá de los 3 años deben iniciarse acciones para su cese.

 

El diagnóstico y tratamiento de las maloclusiones y hábitos orales debe ser etiológico y multidisciplinar, aunando esfuerzos de pediatras, logopedas, psicólogos, ortodoncistas y otorrinolaringólogos.

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